Hoy 25 de Noviembre, es el día
internacional de la No violencia contra las Mujeres. Si bien es cierto que
es un día en el que hacemos una declaración potente al mundo, mi anhelo es que
esta demanda no se fije como un día único en el calendario.
Que nadie se acostumbre
a que este objetivo sea sólo un sueño, debemos aportar como sociedad civil para
lograr que este tema sea del interés de todos y que se vuelva un hecho real y
tangible. Es cierto...hombres y mujeres pensamos, actuamos y sentimos de
forma distinta pero ni uno ni otro es más fuerte, no somos enemigos ni rivales,
no tenemos que navegar en ideologías extremas como el machismo o el feminismo.
El equilibrio es posible y necesario.
Nuestras diferencias físicas, psicológicas y
emocionales son maravillosas, nos enriquecen, nos complementan, nos unen.
Hombres y mujeres conviviendo juntos podemos dirigir un país, una empresa, un
proyecto, somos capaces de crear una familia, pero nos empecinamos en ahondar
la brecha entre ambos géneros. La violencia física en todas sus formas es
inaceptable, generalmente empieza en el núcleo familiar, en las instituciones
educativas y luego se va extendiendo como una plaga hacia otros entornos.
Según el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos del Ecuador, 1 de cada 4 mujeres ha sufrido algún tipo de
abuso sexual y la tendencia es creciente. Sin embargo, también hay otras formas
de violencia contra las mujeres, particularmente en el ámbito empresarial y de
las que en mi opinión, aún no se cuestiona lo suficiente, como por
ejemplo:
*Limitar el desarrollo profesional de
las mujeres subestimando sus capacidades.
*Callar y permitir el acoso laboral,
especialmente cuando proviene de hombres con cargos directivos.
*Usar la imagen de la mujer para
publicidad vulgar y exhibicionista a cuenta de que "así se incentivan las
ventas".
*Condenar a la mujer a ocupar puestos de
poca relevancia sólo por su género.
*Exigir a la mujer a que firme un
documento donde se comprometen a no embarazarse por cierto período de tiempo
porque eso le resulta costos a la empresa.
*Alentar prácticas inflexibles donde la
mujer no puede conciliar su vida familiar con su trabajo.
*Permitir prácticas salariales donde la
mujer puede tener una remuneración de un 30% inferior a la remuneración de los
hombres, en el mejor de los casos.
Todas estas situaciones también constituyen actos
de violencia y discriminación hacia la mujer porque se vulneran sus derechos y
se contraponen a la satisfacción de sus necesidades de seguridad, bienestar y
auto realización.
Que ningún líder, empresario u organización
se quede tranquilo con esta realidad, necesitamos seguir despertando
consciencias en nuestro país para abolir estas prácticas retrógradas que nos
empobrecen como seres humanos y como sociedad.
¡Levantemos la voz y actuemos! Gracias por leerme te invito a compartir este
artículo con otras personas para despertar consciencia. ¡Hasta pronto!
María Conchita Figueroa
Hoy 25 de Noviembre, es el día
internacional de la No violencia contra las Mujeres. Si bien es cierto que
es un día en el que hacemos una declaración potente al mundo, mi anhelo es que
esta demanda no se fije como un día único en el calendario.
Que nadie se acostumbre
a que este objetivo sea sólo un sueño, debemos aportar como sociedad civil para
lograr que este tema sea del interés de todos y que se vuelva un hecho real y
tangible. Es cierto...hombres y mujeres pensamos, actuamos y sentimos de
forma distinta pero ni uno ni otro es más fuerte, no somos enemigos ni rivales,
no tenemos que navegar en ideologías extremas como el machismo o el feminismo.
El equilibrio es posible y necesario.
Nuestras diferencias físicas, psicológicas y
emocionales son maravillosas, nos enriquecen, nos complementan, nos unen.
Hombres y mujeres conviviendo juntos podemos dirigir un país, una empresa, un
proyecto, somos capaces de crear una familia, pero nos empecinamos en ahondar
la brecha entre ambos géneros. La violencia física en todas sus formas es
inaceptable, generalmente empieza en el núcleo familiar, en las instituciones
educativas y luego se va extendiendo como una plaga hacia otros entornos.
Según el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos del Ecuador, 1 de cada 4 mujeres ha sufrido algún tipo de
abuso sexual y la tendencia es creciente. Sin embargo, también hay otras formas
de violencia contra las mujeres, particularmente en el ámbito empresarial y de
las que en mi opinión, aún no se cuestiona lo suficiente, como por
ejemplo:
*Limitar el desarrollo profesional de
las mujeres subestimando sus capacidades.
*Callar y permitir el acoso laboral,
especialmente cuando proviene de hombres con cargos directivos.
*Usar la imagen de la mujer para
publicidad vulgar y exhibicionista a cuenta de que "así se incentivan las
ventas".
*Condenar a la mujer a ocupar puestos de
poca relevancia sólo por su género.
*Exigir a la mujer a que firme un
documento donde se comprometen a no embarazarse por cierto período de tiempo
porque eso le resulta costos a la empresa.
*Alentar prácticas inflexibles donde la
mujer no puede conciliar su vida familiar con su trabajo.
*Permitir prácticas salariales donde la
mujer puede tener una remuneración de un 30% inferior a la remuneración de los
hombres, en el mejor de los casos.
Todas estas situaciones también constituyen actos
de violencia y discriminación hacia la mujer porque se vulneran sus derechos y
se contraponen a la satisfacción de sus necesidades de seguridad, bienestar y
auto realización.
Que ningún líder, empresario u organización
se quede tranquilo con esta realidad, necesitamos seguir despertando
consciencias en nuestro país para abolir estas prácticas retrógradas que nos
empobrecen como seres humanos y como sociedad.
¡Levantemos la voz y actuemos! Gracias por leerme te invito a compartir este
artículo con otras personas para despertar consciencia. ¡Hasta pronto!
María Conchita Figueroa
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